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resiliencia .. la capacidad de mirar hacia delante

Actualizado: 24 sept 2019

Resilience es el término que se emplea para definir la capacidad para sobreponerse y continuar tras haber vivenciado un evento traumático o haber sufrido una pérdida importante.


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resiliencia

Resilience es el término que se emplea para definir la capacidad para sobreponerse y continuar tras haber vivenciado un evento traumático o haber sufrido una pérdida importante.

Es un concepto que, aunque de manera ortodoxa no viene a significar fortaleza emocional, solemos con mucha facilidad confundirlos. Ser resiliente tiene que ver con ser flexible, transformador, adaptable y resistente a la vez, con tener la capacidad particular de sobreponerse y avanzar cuando somos golpeados fuertemente por la vida. Por ello es por lo que puede ambos términos pueden entenderse a veces como uno solo. Ser fuerte emocionalmente no tiene nada que ver con, ante determinados sucesos vitales, no sentir angustia o no llorar, no estar furioso, decepcionado o frustrado, no verse cobarde, celoso o desgraciado. Nada de eso. La persona fuerte y con capacidad de respuesta es aquella que tiene los recursos personales suficientes para hacer frente a las situaciones que pueden ser causa de estas emociones. No se trata pues de no sentir o prescindir de emociones desagradables y dolorosas y mucho menos de no actuar al respecto, sino más bien se trata de presentar capacidad de acción y orientar oportunamente ésta. Afrontar sucesos vitales adversos o traumáticos como pueden ser las pérdidas de seres queridos, padecimiento de enfermedades, cambios drásticos en la esfera laboral, cambios de residencia o desarraigo, etc, es algo complejo y doloroso, pero de lo que las personas somos capaces en mayor o menor éxito. Se trata de desarrollar el suficiente conocimiento, la capacidad necesaria, y el control sobre uno mismo, y actuar con destreza emocional para sobreponernos y avanzar.


Describimos a continuación pautas que pueden servirnos de ayuda para entrenar nuestra resiliencia:


Revisar las expectativas pasadas que nos han acompañado hasta el momento presente siendo muy conscientes de los momentos de frustración y del contexto en el que éstos se producen. Muchas de ellas son planes trazados que tuvieron sentido al amparo de unas circunstancias concretas que ahora pueden haber cambiado totalmente. Lo más conveniente es observar dicha perspectiva y acomodar de un modo realista nuevas confianzas a nuestro presente.


Analizar adecuadamente las capacidades personales con las que contamos para fijar un criterio propio, una serie de indicadores que nos ayuden a valorar las circunstancias en las que nos vamos desenvolviendo y los sucesos al completo. Esto nos servirá de una especie de baremo o brújula interna para ir tomando decisiones en cada momento e ir así autodirigiéndonos.


Actuar desde el YO, es decir, desde las propias necesidades y no desde las de los Otros. Se trata de priorizar nuestro bienestar, entendiendo este completamente independiente del daño o molestia al Otro, y siempre dentro de unos márgenes de respeto y tolerancia.


Abrirnos al cambio. No transitar caminos ya recorridos cuyo itinerario nos resulta demasiado familiar. Tomar, en definitiva, otras direcciones y como equipaje otra actitud, otro enfoque, estrategias psicológicas diferentes.


Controlar los aspectos controlables que si están a nuestro alcance. Nuestro comportamiento, nuestro pensamiento nos pertenece, podemos comprenderlo y hasta cierto punto conocerlo y controlarlo. Sirvámonos de esas herramientas poderosas para trazar, en la medida de lo posible, la ruta desconocida que nos introducirá en el cambio.


Acompañarnos de personas que comprenden la situación. En nuestro entorno siempre hallaremos algunas de ellas que o bien han pasado por sucesos similares o bien está al igual que nosotros, vivenciando algo parecido. Serán muy buenos compañeros de trayecto y consejeros en muchos casos con los que compartir los aspectos más dolorosos y temidos del cambio y del proceso de adaptación a la nueva situación.


Celebrar cada avance, cada paso en la dirección correcta. Como hemos diseñado nuestra ruta y contamos con baremo propio, nos será muy fácil establecer indicadores que nos vayan dando información acerca de por lo que vamos atravesando y de cómo vamos desenvolviéndonos en la travesía.


Mirar hacia el futuro, potenciar la esperanza y la curiosidad. Alternar emociones desagradables con el buen sabor que deja el esperanzar tiempos mejores, acontecimientos deseados que pueden aparecer en el tiempo y por los cuáles y pensando en ellos hemos trazado el camino a seguir.


Parece como si la vida nos estuviese poniendo constantemente a prueba para transmitirnos que somos capaces de soportar altas intensidades de dolor y frustración, de aprender de ello y de fortalecernos ante la adversidad y a través de ella. Capaces de soportar, resistir, pero además de avanzar y sobreponerse al sufrimiento. La resiliencia es una cualidad innata que desarrollamos de manera individual pero en compañía de otros, para aligerar la carga y hacer más fácil el camino.


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