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el aspecto de la depresión

Actualizado: 30 sept

El estado depresivo conlleva síntomas de infelicidad, abatimiento emocional, tristeza y melancolía profundas que no deben confundirse con el hecho común de “tener un mal día” o “pasar un mal trago”. Cuando nos sentimos deprimidos el estado de ánimo se encuentra realmente bajo y presentamos poca capacidad para reírnos, para seguir una conversación o para poner atención en una tarea a veces por simple que esta pueda parecer, como leer o ver la televisión. Es más, este estado nos lleva a pensar prácticamente en exclusiva en frustraciones propias, hechos que nos han causado dolor y de los que nos sentimos víctimas o injustificadamente menospreciados. Cuesta mucho pensar en acontecimientos futuros. En la depresión sencillamente decimos que el Futuro no existe, lo que significa la dificultad para vernos involucrándonos, aunque sea en un futuro muy inmediato, en situaciones vitales ordinarias.


Por supuesto los síntomas varían en función de la persona y del grado de depresión que presente, sea ésta leve o severa (lo que se conoce como depresión mayor), pero en todos ellos percibiremos lo tremendamente desafiante que supone la realización de algunas tareas cotidianas como ir a la compra y cocinar normalmente, levantarse de la cama por las mañanas para enfrentar el trabajo, interactuar socialmente con otras personas, cuidar de nuestro aspecto e higiene personal; actividades todas ellas que por muy rutinarias y cotidianas que parecen pueden percibirse como un auténtico desafío cuando la persona está inmersa en esta fatiga emocional.


depresión
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En la depresión podemos afirmar que no hay Futuro pero sin embargo, la percepción del Pasado aparece como desolada, fallida y pueden llegar a distorsionarse incluso los recuerdos relacionados con vivencias agradables. En muchas ocasiones éstos se dotan de un sesgo negativo y pesimista que hace pensar literalmente que “todo no sirvió para nada”. No percibimos de manera realista el aspecto positivo o aporte que tales experiencias pasadas han dejado en nuestras vidas. Esto involucra directamente a un neurotransmisor, la dopamina,  que intervine en los procesos de recompensa del cerebro.


Síntomas de depresión (a veces se experimentan algunos y no todos a la vez)

  • Tristeza y melancolía con tendencia al llanto, en ocasiones irritabilidad.

  • Sentimiento de desamparo, desesperanza y abandono.

  • Desaliento, desesperación y mal humor.

  • Dormir en exceso o muy poco siendo difícil conciliar el sueño.

  • Enlentecimiento a la hora de realizar alguna tarea y desgana a la hora de iniciarla.

  • Fatiga emocional y pérdida o falta de energía.

  • Sentimiento de culpabilidad.

  • Escasa capacidad de concentración, lo que supone el olvido de conversaciones y detalles.

  • Alteración en el apetito (cambios de peso repentinos de subidas o bajadas importantes)

  • Anhedonia, o disminución de la capacidad de sentir placer en muchas actividades antes placenteras.

  • Irritabilidad e inestabilidad emocional.

 

La depresión acostumbra a hacer sentirse a uno mismo peor por la mañana, puede desvelarnos del sueño pronto, unas dos horas antes de lo habitual. Pero en otros casos puede ocurrir hipersomnia, es decir, dormir un sueño nocturno prolongado, unas dos horas más de lo habitual, incluso ir acompañado de siestas diurnas.

También es importante hablar sobre todo de la pérdida de disfrute que se experimenta en las situaciones cotidianas como en las relaciones con las personas allegadas (amistades, familiares), con la comida en muchos casos (dejar de saborear los alimentos) e incluso en las relaciones sexuales (pérdida de placer y orgasmos). Esto lleva, como es de esperar, a cierto aislamiento social y a ciertos conflictos familiares en muchos casos que agravan la sensación de abandono, la imagen negativa distorsionada que se tiene de uno mismo y la insatisfacción sentida de manera general.


Las causas de la depresión pueden ser muy diversas, y no, como se ha pensado tradicionalmente,  solo como resultado de un conjunto de pensamientos o creencias irracionales de corte pesimista; sino que puede estar asociada a duelos personales no adecuadamente elaborados, sensaciones de ira dirigidas hacia uno mismo, falta de experiencias asociadas a sensaciones de dominio y placer, dificultades o limitaciones a la hora de establecer relaciones interpersonales de intimidad… etc.


Esta enfermedad pasajera y de la que uno puede recuperarse viene desencadenada en multitud de ocasiones porque podemos estar atravesando un momento difícil en nuestra vida relacionado con el trabajo o el ámbito económico (desempleo, relaciones complicadas en el entorno laboral), o con la familia (separaciones, enfermedades, pérdidas…), pero a veces no tiene por qué darse aparentemente un desencadenante externo para que podamos sentirnos abatidos y le encontremos muy poco sentido a la vida.

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