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“relación tóxica” relación de pareja amor/odio

Actualizado: 10 oct

Si en tu relación o relaciones lo que experimentas es tanto un sentimiento de amor como su opuesto, un sentimiento de odio, entonces es bastante probable que te halles en una relación adictiva más que verdaderamente de confianza mutua.


psicóloga gijón terapia de pareja
relaciones tóxicas

Las relaciones de amor entre seres humanos es algo comúnmente ansiado y buscado tanto por hombres como por mujeres. Me refiero a las relaciones íntimas que se establecen entre dos personas y de las cuáles emana un compromiso de afecto espontáneo y sincero. Esto genera un fuerte vínculo que une a ambos y la intensidad de este vínculo indudablemente es mucho mayor que la que surge de otras uniones con otras personas no elegidas como compañera o compañero. En un principio esto es algo universal, natural y satisfactorio. Sin embargo, nos encontramos a menudo con que transcurrido algún tiempo, muchas parejas comienzan a presentar cierto grado de aburrimiento, insatisfacción o sufrimiento y entonces nos preocupamos y nos preguntamos el por qué. Algunas parejas incluso sienten esto casi desde el inicio de la relación y, a pesar de los episodios de daño mutuo, discusiones y resentimiento continúan juntos como si el vínculo que los une fuese inquebrantable. Es a esto a lo que nos referimos cuando hablamos de “relación tóxica o adictiva”. Cuando continuamos en una relación amorosa a pesar de que ésta nos hace sufrir. Veamos qué fundamento psicológico subyace a lo que acabo de decir:


Las personas estamos por naturaleza preparadas y dispuestas a generar vínculos emocionales con las personas del entorno más presentes y esto es clave para la supervivencia. De hecho, no resulta posible no vincularse. El vínculo aparece solo una vez tratamos a una persona con cierta frecuencia y cercanía. a esto, puede sumársele que, muchas personas, buscan “emociones” que amplifiquen placeres más físicos o ensalcen el ego o concepto de valía, es algo sumamente atrayente que nos mueve y además proporciona la sensación de “mantenernos vivos”. La unión a una pareja a veces opera bajo estos mecanismos tan sutiles, y buscamos la plenitud, la felicidad y el alivio del dolor en esta fórmula. La preocupación comienza cuando pasado un tiempo la relación produce tanto placer como dolor o va aún más allá, cuando se pierde el equilibrio entre lo positivo y lo negativo y los ciclos destructivos (de discusiones, inseguridades, celos, desacuerdos e incomunicación) ocurren con mayor frecuencia e intensidad.


Cuando las personas nos vinculamos de manera insegura aparecen los conflictos. El apego inseguro se manifiesta en las relaciones disfuncionales a través de dos estilos principales: el ansioso y el evitativo. Ambos surgen de experiencias tempranas con cuidadores que no fueron consistentemente sensibles o responsivos a las necesidades del niño, lo que lleva a un desarrollo de estrategias de regulación emocional y relacional que, aunque intentan proteger al individuo, terminan saboteando la intimidad y la estabilidad en la edad adulta. El tercer estilo de apego inseguro es el apego desorganizado (también llamado desorientado o temeroso-evitativo) es el estilo de apego más complejo e inestable, ya que es una combinación caótica de las características del apego ansioso y el evitativo. Este estilo se origina en experiencias tempranas donde la principal figura de apego (el cuidador) fue simultáneamente la fuente de consuelo y la fuente de miedo (por ejemplo, a través de maltrato, abuso o negligencia grave e impredecible). Esto crea un conflicto irresoluble en el sistema de apego del niño: necesita acercarse para buscar seguridad, pero acercarse significa peligro.

El adulto con apego desorganizado no tiene una estrategia coherente para relacionarse, lo que resulta en un comportamiento marcadamente contradictorio, impulsivo e impredecible en sus relaciones.


Si en tu relación o relaciones lo que experimentas es tanto un sentimiento de amor como su opuesto, un sentimiento de odio, entonces es bastante probable que te halles en una relación adictiva más que verdaderamente de respeto, confianza y apoyo. Es fácil que lo experimentado sea un apego inseguro hacia tu compañero o compañera. No es sencillo de entender, desde un punto de vista emocional, que puedas amar a tu pareja un instante y atacarlo al siguiente. Y, aunque parezca que este tipo de relaciones justifican con creces el descontento y la infelicidad que experimentamos, no siempre son la causa, lo que hacen es que sacan a la superficie el sufrimiento interno que ya estaba ahí. Del mismo modo operan las adicciones, que empiezan con emociones intensas y terminan con dolor. La adicción a la droga, por ejemplo, sabemos que funciona de la siguiente manera: cuando ésta está disponible uno se encuentra bien, pero cuando ésta no se halla disponible o el simple pensamiento de que no pueda estarlo sirve para irritar al adicto y enfurecerlo. Así sucede cuando la persona “amada” se percibe como no enteramente disponible, aparecen los celos, las culpas y acusaciones, se recurre al chantaje emocional, la posesividad, muy en resumen: es el miedo a la pérdida. No hay confianza en esos momentos.


En este tipo de relaciones, es conveniente señalar que ambos miembros de la pareja sufren y que en ocasiones no son del todo conscientes del dolor que se causan a sí mismos y al Otro. Como hemos dicho, son vínculos difíciles de romper y a veces esto solo sucede cuando la espiral de sufrimiento ha alcanzado tal umbral que aparecen ya síntomas de enfermedades físicas y psicológicas.


A estas tristes realidades, simplemente añadir, que con la precisa ayuda es posible darse cuenta relativamente a tiempo y no perder o perdernos en perpetuar un dolor innecesario y desgastante que si impide el verdadero disfrute y felicidad.


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