top of page

manejar la resistencia en terapia

Tu paciente quiere sentirse bien. Quiere sanar. Ese deseo está ahí, aunque a veces no sea fácil sostenerlo. Sin embargo, cuando le invitamos a conectar con una emoción incómoda, con el conflicto más profundo o con su propio dolor, muchas veces aparecen resistencias.

Y eso es completamente normal.


resistencia en terapia

A veces el paciente se aferra al discurso racional, intenta explicarlo todo desde la cabeza. Otras veces cambia de tema, hace una broma, o incluso nos pone a prueba con sus preguntas. Puede que se conecte emocionalmente por un momento… y luego se desconecte. O que se quede en la superficie, sin llegar del todo a esa experiencia más profunda que le proponemos.

Estas son sus resistencias. No son errores, ni obstáculos “malos”. Son mecanismos que han cumplido una función muy importante: protegerle. Le han ayudado a sobrevivir, a mantenerse a salvo hasta ahora.

Entonces, ¿cómo acompañarlas sin forzar, sin luchar contra ellas? ¿Cómo manejar la resistencia en terapia? Podemos hacerlo con tres grandes pasos:


  1. Nombrar lo que está ocurriendo. Ponerlo sobre la mesa con suavidad, ayudando al paciente a darse cuenta.

  2. Validar la función protectora de esa parte. Reconocer que esa resistencia cumple un papel, que intenta cuidarle.

  3. Quitarle el peso de la culpa. Mostrarle que no es “él” quien se resiste, sino una parte suya que aprendió a hacerlo para sobrevivir.


Desde ahí, el trabajo se vuelve más compasivo y más profundo y poco a poco, cuando el paciente siente que no tiene que luchar contra sí mismo, puede empezar a entregarse a la experiencia sentida. Estas frases invitan a la escucha interna y al diálogo compasivo con el sistema, sin empujar ni imponer.


Cuando aparece la resistencia o la desconexión

Estas frases ayudan a nombrar lo que está ocurriendo, sin juicio, desde la curiosidad y la presencia. El objetivo es ayudar al paciente a reconocer las distintas partes de su sistema y normalizar la ambivalencia entre abrirse y protegerse.

  • “Siento que hay una parte de ti que quiere mirar esto… y otra que intenta cuidarte.”

  • “Parece que una parte quiere acercarse… y otra no está lista todavía. ¿Qué notas en tu cuerpo al escuchar esto?”

  • “Parece que algo dentro de ti pide más tiempo. ¿Cómo lo notas? ¿Qué te muestra tu cuerpo?”

  • “¿Sientes que hoy podríamos entrar un poco en este tema, o prefieres esperar?”


Para validar la función protectora

Aquí buscamos reconocer la sabiduría de las defensas y reducir la autocrítica o la vergüenza. El objetivo es validar la intención positiva de la resistencia, promoviendo seguridad y confianza en el proceso.

  • “Qué bien te ha protegido tu sistema. Debió ser muy duro sostener eso.”

  • “Esa parte ha hecho un gran trabajo cuidándote. ¿Puedes notar si sigue sintiendo que necesita hacerlo ahora?”

  • “¿Podríamos pedirle a esa parte protectora que se quede cerca, vigilando, mientras miramos un poco más adentro?”

  • “Podemos ir despacio, solo hasta donde tu sistema lo permita. ¿Te parece bien probar?”


Para abrir la puerta a la experiencia emocional

Estas preguntas facilitan el acceso al sentir profundo desde el cuerpo, sin forzar ni abrumar. El objetivo es favorecer una conexión segura con la emoción, con el cuerpo como guía y el terapeuta como acompañante compasivo.

·         “¿Podríamos preguntarle a tu sistema si nos permite mirar un poquito hacia esa parte que duele?”

·         “¿Qué necesita ahora esa parte que siente dolor o incomodidad?”

·         “¿Cómo se siente al pensarlo ahora? ¿Qué notas en tu respiración, en tu cuerpo?”


Manejar la resistencia en terapia es un trabajo delicado que requiere ir acompasado al ritmo de tu paciente y ser profundamente respetuoso con el tema que se esté tratando.

Comentarios


bottom of page