esquizofrenia como enfermedad mental
- yolanda forcelledo

- 25 oct
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La esquizofrenia como enfermedad es un trastorno psiquiátrico grave, crónico y heterogéneo, caracterizado por una alteración en el pensamiento, la percepción, la emoción y el comportamiento, que conlleva deterioro funcional significativo (por ejemplo social u ocupacional). La heterogeneidad de su presentación clínica ha llevado desde hace décadas al intento de subdividirla en “tipos” o subtipos, aunque estos esfuerzos presentan tanto ventajas como críticas metodológicas.
Durante décadas, los sistemas diagnósticos como el DSM‑IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) incluían varias “clases” o subtipos de esquizofrenia: paranoide, desorganizada (hebefrénica), catatónica, residual, indiferenciada. Sin embargo, en revisiones más actuales, como la del DSM‑5 (2013), se eliminó la clasificación por subtipos específicos debido a dudas sobre su fiabilidad, validez y utilidad clínica. A pesar de ello, la idea de que existen “subtipos” o diferentes “fenotipos” de esquizofrenia no ha desaparecido del todo: la investigación actual explora dimensiones de síntomas (positivos/negativos), perfiles neurobiológicos, curso de la enfermedad, etc.

Tipos tradicionales de esquizofrenia
En el pasado, basándose en el patrón predominante de síntomas, se distinguían varios tipos:
Paranoide: predominio de delirios y alucinaciones de persecución o grandeza, con relativamente mejor conservación del afecto y del comportamiento.
Desorganizada (hebefrénica): predominio de discurso y comportamiento desorganizado, afecto inapropiado o plano, deterioro funcional temprano.
Catatónica: predominio de alteraciones psicomotoras como estupor, negativismo, rigidez, agitación sin propósito, ecofenómenos.
Indiferenciada (undifferentiated): cuando el patrón no encajaba claramente en los anteriores.
Residual: cuando ya no había síntomas positivos prominentes pero persistían síntomas negativos, leves positivos o alteraciones funcionales residuales.
Modelo propuesto de “tipos” contemporáneos de esquizofrenia
Dado lo anterior, aunque no se utilicen sistemáticamente los subtipos clásicos, podemos plantear un esquema orientativo de variantes clínicas reconocidas en la literatura:
Variante positiva-dominante: predominio de delirios/alucinaciones, buen nivel previo de funcionamiento, relativamente menos deterioro cognitivo.
Variante negativa-dominante: predominan los síntomas negativos, bajo impulso, anhedonia, mayor deterioro funcional, peor pronóstico.
Variante desorganizada/cognitiva: predominio de discurso/pensamiento desorganizado, deterioro cognitivo significativo, pobre funcionamiento social/ocupacional.
Variante curso rápido/progresivo vs remisión parcial: algunos pacientes tienen curso crónico continuo, otro curso episódico con remisiones.
Variante neuroanatómica/fisiológica distinta: como lo muestran estudios de neuroimagen que revelan subtipos estructurales.
La esquizofrenia como enfermedad mental es una entidad compleja con múltiples facetas clínicas, cognitivas, sociales y biológicas. Si bien los “tipos” tradicionales (paranoide, desorganizada, etc.) han quedado en gran medida obsoletos como clasificación obligatoria, persiste la necesidad de distinguir variantes clínicas dentro del espectro, para mejorar la comprensión etiológica, el pronóstico y la intervención terapéutica.
El camino actual va hacia modelos que integran dimensiones de síntomas, cognición, neuroimagen y curso, más que categorías rígidas.Para el clínico e investigador, el reto es adaptar la evaluación al individuo concreto, considerando su perfil sintomático-cognitivo-funcional, su curso, y buscar estrategias personalizadas de tratamiento.

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