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“relación tóxica” relación de pareja amor/odio

Actualizado: 15 sept 2020

Si en tu relación o relaciones lo que experimentas es tanto un sentimiento de amor como su opuesto, un sentimiento de odio, entonces es bastante probable que te halles en una relación adictiva más que verdaderamente de amor.



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Las relaciones de amor entre seres humanos es algo comúnmente ansiado y buscado tanto por hombres como por mujeres. Me refiero a las relaciones íntimas que se establecen entre dos personas y de las cuáles emana un compromiso de afecto espontáneo y sincero. Esto genera un fuerte vínculo que une a ambos y la intensidad de este vínculo indudablemente es mucho mayor que la que surge de otras uniones con otras personas no elegidas como compañera o compañero. En un principio esto es algo universal, natural y satisfactorio. Sin embargo, nos encontramos a menudo con que transcurrido algún tiempo, muchas parejas comienzan a presentar cierto grado de aburrimiento, insatisfacción o sufrimiento y entonces nos preocupamos y nos preguntamos el por qué. Algunas parejas incluso sienten esto casi desde el inicio de la relación y, a pesar de los episodios de daño mutuo, discusiones y resentimiento continúan juntos como si el vínculo que los une fuese inquebrantable. Es a esto a lo que nos referimos cuando hablamos de “relación tóxica o adictiva”. Veamos que fundamento psicológico subyace a lo que acabo de decir:

Muchas personas podemos buscar diversos tipos de placer físico o gratificación psicológica porque suponemos que encontraremos así la felicidad o, lo que es lo mismo, nos liberaremos de la emoción del miedo o el sentimiento de carencia que tan arraigado tenemos en nuestro interior la mayoría de los seres humanos. Por ello, buscar “emociones” que amplifiquen nuestros placeres más físicos o ensalcen nuestro ego o nuestro concepto de valía, es algo sumamente atrayente que nos mueve y además proporciona la sensación de “mantenernos vivos”. La unión a una pareja a veces opera bajo estos mecanismos tan sutiles, y buscamos la plenitud, la felicidad y el alivio del dolor en esta fórmula. La preocupación comienza cuando pasado un tiempo la relación produce tanto placer como dolor o va aún más allá, cuando se pierde el equilibrio entre lo positivo y lo negativo y los ciclos destructivos (de discusiones, inseguridades, celos, desacuerdos e incomunicación) ocurren con mayor frecuencia e intensidad.


Si en tu relación o relaciones lo que experimentas es tanto un sentimiento de amor como su opuesto, un sentimiento de odio, entonces es bastante probable que te halles en una relación adictiva más que verdaderamente de amor. Es fácil que lo experimentado sea un apego aditivo hacia tu compañero o compañera. No es sencillo de entender, desde un punto de vista emocional, que puedas amar a tu pareja un instante y atacarlo al siguiente. Y, aunque parezca que este tipo de relaciones justifican con creces el descontento y la infelicidad que experimentamos, no son su causa, lo que hacen es que sacan a la superficie el sufrimiento interno que ya estaba ahí. Del mismo modo operan las adicciones, que empiezan con dolor y terminan con dolor. La adicción a la droga, por ejemplo, sabemos que funciona de la siguiente manera: cuando ésta está disponible uno se encuentra bien, pero cuando ésta no se halla disponible o el simple pensamiento de que no pueda estarlo sirve para irritar al adicto y enfurecerlo. Así sucede cuando la persona “amada” se percibe como no enteramente disponible, aparecen los celos, las culpas y acusaciones, se recurre al chantaje emocional, la posesividad, muy en resumen: es el miedo a la pérdida. No hay confianza en esos momentos, no existe el amor.


En las relaciones disfuncionales o, mejor dicho, en las relaciones que ya son escenario de mayor sufrimiento que satisfacción siempre resulta más fácil reconocer en el Otro el aspecto negativo de la relación y atribuírselo a él más que a Uno mismo. Siempre será el compañero o compañera la que manifieste posesividad, celos, control, retraimiento, exigencias emocionales, resentimiento no manifestado, inestabilidad, necesidad de tener razón, tendencia a criticar, juzgar, culpar, discutir, rabia y venganza por el daño sufrido, etc. No seremos tan capaces sin embargo de reconocer los efectos de nuestras acciones y reacciones, tampoco de juzgarlos. En este tipo de relaciones, es conveniente señalar que ambos miembros de la pareja sufren y que en ocasiones no son del todo conscientes del dolor que se causan a sí mismos y al Otro. Como hemos dicho, son vínculos difíciles de romper y a veces esto solo sucede cuando la espiral de sufrimiento ha alcanzado tal umbral que aparecen ya síntomas de enfermedades físicas y psicológicas.


A estas tristes realidades simplemente añadir que con la precisa ayuda es posible darse cuenta relativamente a tiempo y no perder o perdernos en perpetuar un dolor innecesario y desgastante que si impide el verdadero disfrute y felicidad.


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